Maestros y discípulos

«El Scherzo, que parece un homenaje al humor de Beethoven, y el Rondó final sonaron exquisitos en manos de esta agrupación de maestro y discípulos.»

Gonzalo Saavedra
Desde 2008, el prestigioso Curtis Institute de Filadelfia realiza giras mundiales con profesores, ex alumnos y alumnos: es el «Curtis on Tour». Esta vez, el viola de origen chileno Roberto Díaz, quien además de profesor es el presidente y CEO del instituto, llegó con cinco destacadísimos alumnos: Maria Ioudenicht, Andrea Obiso, violines; Michael Casimir, viola; Joshua Halpern y Young In Na, chelos.

El sexteto, invitado en la Temporada de conciertos «Fernando Rosas» de la Fundación Beethoven, ofreció conciertos en el Municipal de Las Condes y en el Teatro de Carabineros. En este último, el martes, los intérpretes tuvieron como telonera a la Orquesta infantil Fundación Educacional Socedhuca, de Maipú: 23 niños de entre cuatro y ocho años, que, con violines y chelos -algunos minúsculos como sus intérpretes-, más tres flautas melódicas y cuatro teclados llenaron la sala de música y admiración. A cargo de que todo funcionara, cuatro dedicadísimos profesores. Mientras recibían los aplausos, el Curtis apareció por detrás, aplaudiendo también, como sorpresa. Emocionante.

El conjunto estadounidense comenzó su entrega con un arreglo anónimo de la Sinfonía Concertante en Mi Bemol Mayor (1779) de Mozart. Esta versión, muy lograda, distribuye el material melódico entre los integrantes, lo que permite el lucimiento de cada uno, pero sin que pierdan protagonismo los solistas originales: el arrojado violín de Obiso y el extraordinario sonido del maestro Díaz en la viola. Ambos brillaron en las extensas «cadenzas» de cada uno de los tres movimientos, con virtuosismo siempre al servicio de la música.

Luego, «Arcana» (2008) de Kevin Puts (1972), que tiene su inspiración en un misterioso paisaje hawaiano, y que resultó especialmente atractiva para el público juvenil, que repletaba la sala y atendió concentrado. Puts, como otros compañeros de generación norteamericanos, no tiene problemas en reproducir mecanismos de la música occidental clásica, con centros tonales y modos conocidos; pero les otorga nuevos y originales brillos, como mostró el excelente chelo solista de Halpern y el resto del conjunto.

Para el final, el Sexteto en Si Bemol Mayor Op. 18 (1860), de Brahms, una de las cumbres absolutas del repertorio para esta combinación de cuerdas, que aprovecha el registro bajo reforzado para ofrecer una música cálida y en la que la imaginación no ceja. Tal vez donde esto se hace más evidente es en el Andante ma moderato , una suerte de imán musical cuyo tema se varía seis veces describiendo un amplio arco emocional (la progresión armónica y ritmo de procesión del famoso tema inspiraron a Sergio Ortega para componer «El pueblo unido jamás será vencido»). El Scherzo , que parece un homenaje al humor de Beethoven, y el Rondó final sonaron exquisitos en manos de esta agrupación de maestro y discípulos.